sábado, 12 de junio de 2010

Deshumanización del hombre en las grandes metrópolis

Jacob Brown

¿Que nos hace ser humanos? ¿Qué, pregunto, con énfasis en esta palabra, hace que nos identifiquemos con dicho “adjetivo calificativo”? No me refiero a la palabra humano como descriptivo de la especie, sino la que hace referencia a las características de dicho ser. Sinónimos olvidados que parecen haber caído en el olvido y que en sus inicios hacían respetable la mención de dicha palabra surgen a la mente, como ahora la nobleza, la honestidad, el honor, la honra…

Entonces, ¿cual es el factor que causa esta deshumanización progresiva?
Todo aquel que ha vivido en una ciudad se da cuenta del nivel de estrés que conlleva dicha convivencia (como convivencia me refiero a la simbiosis entre el hombre como huésped y a la ciudad como hogar). Deriva posiblemente de la nerviosidad causada por el inevitable deseo de llegar a tiempo, puesto que todo recado conlleva a una hazaña para aquel que la realiza, y que al pensarlo, no entiende uno como desvanece sin más el preciado tesoro de Cronos.

Un ejemplo claro de está deshumanización se da en el metro, cuando uno viaja solo. La incomodidad de los usuarios se refleja claramente en primer lugar a la hora de decidir que asiento coger, no hay duda de que cada persona intentará sentarse en el lugar que menos personas halla a su alrededor, y que si otro individuo se sienta al lado suya, seguramente no levante la vista en casi todo el trayecto, y menos aun entablar conversación.

Estas suposiciones son generalizadas y digo esto porque algún caso habrá en el que no sea así, en dicho caso se hablara de una situación de humanización o de persona que aun no ha sido influenciada por los efectos negativos de vivir en la gran ciudad.

Preguntaros vosotros porque gusta tanto visitar pequeños pueblos, o escaparse de la ciudad para visitar lugares menos habitados. La hospitalidad se ve multiplicada exponencialmente cuanto más nos integramos en estos lugares, que para algunos resultan paradisiacos, puesto que parapetan este estrés inevitable de las grandes urbes.

Correlativamente y en paralelo a la deshumanización, se da la desnaturalización del ser humano y la pérdida de sus dotes e instintos básicos. ¿Porque a diferencia de los animales, ya no sabemos cuándo va a llover o cuando va a surgir un terremoto u otro fenómeno de este tipo antes de que suceda? Científicamente hablando, estos fenómenos naturales son detectados por los animales gracias a las corrientes electromagnéticas, que conservan mucho más desarrolladas que nosotros. Así tenemos que los perros por ejemplo, saben que una persona va a morir porque cambia el impulso electromagnético que emiten sus funciones vitales. Aunque todo esto no deja de ser una simple hipótesis científica, puesto que en la realidad no existe nada seguro.

No pretendo resolver ni buscar solución al problema de la deshumanización/desnaturalización del ser humano sino solo señalarla, porque todos la conocemos y la tenemos presente en nuestra vida cotidiana, y es algo inevitable que derivada del conocido y temido “ritmo de vida de la gran metrópolis”.